jueves, 16 de diciembre de 2010

WikiLeaks y los límites de la libertad de información

WikiLeaks y los límites de la libertad de información


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Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, el controvertido sitio web que ha publicado documentos clasificados por el gobierno, está arrestado sin posibilidad de fianza en el Reino Unido, esperando ser extraditado a Suecia acusado de violación. Noticias sensacionalistas aparte, la filtración reciente en este sitio web de telegramas confidenciales del Departamento del Estado estadounidense tiene –según expertos de Wharton y de la Universidad de Pensilvania-, implicaciones para las empresas y corporaciones que tienen información sensible que proteger.

“WikiLeaks es un microcosmos fascinante de una tendencia más general; que Internet permite un flujo más libre de información, incluyendo cosas que queremos que estén disponibles y cosas que no”, dice el profesor de Derecho y Ética Empresarial de Wharton Kevin Werbach. Las filtraciones predeterminadas y otro tipo de información no autorizada no es nada nuevo, añade Werbach; la tecnología digital hace mucho más fácil que “cualquier individuo descontento” revele de manera masiva información de forma casi instantánea.

Para muchos el caso de WikiLeaks ha abierto un debate fundamental sobre la privacidad de la información versus su acceso público en la Red. El 6 de diciembre John Naughton escribía en una columna de The Guardian online: “La lección más evidente que se deriva del caso de WikiLeaks es que representa el primer enfrentamiento sostenido entre el orden establecido y la cultura de Internet. Se habían producido algunas escaramuzas antes, pero ahora se trata de una batalla abierta”. De hecho, mientras Assange está entre rejas, WikiLeaks y otros “sitios espejo” que han surgido para distribuir su material están amenazando con publicar un código que podría liberar más información sensible, sin censura de gobiernos ni corporaciones, si Assange es asesinado o condenado. El 8 de diciembre en el sitio web se podía leer que el arresto no les detendría, que seguirían publicando nuevos documentos; y fue entonces cuando WikiLeaks publicó una serie de telegramas sobre las decisiones del gobierno británico para liberar al terrorista libanés Abdel Baset Ali al-Megrahi.

Para las empresas, el caso WikiLeaks podría servir en última instancia como parábola sobre cómo guardar información importante. Joseph Turow, profesor de Comunicación en Annenberg School for Communication en la Universidad de Pennsylvania, sostiene que los telegramas del Departamento de Estado filtrados por WikiLeaks, a pesar de ser controvertidos, tal vez sean más meditados que la mayoría de los comunicados internos de las corporaciones. “Si fuese consejero delegado, no estaría muy cómodo con todo esto. Me preocuparía mucho que esto ocurriese en mi empresa”, dice Turow. “Los telegramas que han sido publicados parecen bastante inocentes en comparación con los emails que se envía la gente en un entorno corporativo”.

Mala publicidad y secretos comerciales

Bruce Schneier, autor de libros sobre la seguridad en el ciberespacio y fundador de BT Counterpane, una empresa de seguridad, sostiene que WikiLeaks surgió por la cantidad excesiva de información clasificada y una prensa que con el gobierno actúa “como si fuese un taquígrafo”. Asimismo, Schneier añade que el gobierno estadounidense está ahora experimentando lo que los sectores de la música y el entretenimiento han padecido durante los últimos años: redes de distribución digital que surgen por todas partes como alternativa a los sistemas que discográficas y productores intentaron controlar.



Para saber más: WikiLeaks y los límites de la libertad de información

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